El papel de Álvaro de Luna en la vida de Isabel
Álvaro de Luna: Hombre de Estado y favorito de Juan II
Álvaro de Luna y Jarana fue un noble español que, aunque seguramente nunca se encontraron, tuvo una influencia significativa en la vida de Isabel. Nació alrededor de 1388 en Cañete y murió el dos de junio de 1453 por decapitación en la Plaza Mayor de Valladolid. Isabel tenía solamente dos años entonces.
Álvaro entró al servicio de su tío Pedro de Luna a los catorce años, quien en ese momento era obispo de Toledo y más tarde se convertiría en el papa Benedicto XIII. Cuando tenía dieciséis años, fue presentado en la corte por su tío. Pronto ganó mucha influencia sobre el entonces joven Juan II de Castilla, el padre de Isabel. Castilla estaba gobernada por Fernando I en este momento.
El padre de Juan II, Enrique III, había nombrado en su testamento a su hermano Fernando de Antequera como regente para el joven rey. Fernando usó esta posición sobre todo para asegurar el progreso de sus propios hijos. Tras el fallecimiento del rey Martín de Aragón, quien murió sin descendencia, Fernando fue elegido rey de Aragón, Valencia y Barcelona. Cuando Fernando era rey de Aragón, tuvo que dividir su atención entre ambos reinos. Esto permitió a Álvaro de Luna fortalecer su influencia en la corte castellana.

Tras su temprana muerte, Fernando de Antequera fue sucedido en 1416 por su hijo mayor Alfonso como rey de Aragón. Sus dos ambiciosos hijos menores, Juan y Enrique, conocidos como los Infantes de Aragón, ya poseían grandes propiedades en Castilla y trataron de ganar aún más influencia política durante el reinado del fácilmente influenciable rey Juan II.
En 1420, Enrique hizo un golpe de estado en Tordesillas, expropiando a muchos nobles y obteniendo el control efectivo del gobierno castellano. Álvaro siguió apoyando al rey, lo que le permitió obtener muchos privilegios. Juan II fue emparejado con María, la hermana de Juan y Enrique, para consolidar el poder de los Infantes. María descuidó los intereses políticos de su esposo en favor de los de sus hermanos. La relación entre María y Juan estaba algo tensa. Juntos tuvieron cuatro hijos, de los cuales solo Enrique IV alcanzó la edad adulta.
Juan II recurrió a Álvaro de Luna para que organizara un contragolpe y logró encarcelar al Infante Enrique. Álvaro fue nombrado Condestable de Castilla como agradecimiento, lo que lo convirtió en el comandante en jefe del ejército y que expandió aún más su influencia.
Los nobles en la corte castellana intrigaban en abundancia. A causa de una conspiración de un grupo de nobles, Álvaro de Luna fue expulsado del consejo de la corte en 1427 y remitido, pero se le permitió regresar al año siguiente.
En 1445 surgió una nueva conspiración contra Álvaro de Luna, por parte de un grupo de nobles que contaron con el apoyo de los Infantes de Aragón. Estos reunieron un ejército, que fue derrotado en la Primera Batalla de Olmedo. Después de la victoria, Álvaro de Luna fue nombrado gran maestre de la Orden de Santiago.
Álvaro de Luna: La Caída de un Estadista
Álvaro aprovechó su posición al lado del rey para otorgar puestos y títulos a familiares y amigos y fortalecer su propia posición económica, lo que provocó un clima de hostilidad hacia él. En 1445 murió María de Aragón, la primera esposa de Juan II. Lenguas malas afirman que fue envenenada por orden de Álvaro. Dos años después, el rey se casó con Isabel de Portugal, la madre de Isabel la Católica, siguiendo el consejo de Álvaro de Luna. Esta desarrolló una profunda aversión hacia Álvaro porque consideraba que tenía demasiada influencia sobre su esposo. El confidente del rey se enfrentó a múltiples intrigas en su contra que fueron iniciadas por la reina. Se valió del contable del rey, Alonso Pérez de Vivero, convenciéndolo de traicionar a Álvaro ante Álvaro de Zúñiga y Guzmán, el mayor enemigo del protegido del rey. Fracasó. Álvaro de Luna mandó a su hijo, Juan de Luna, matar a Vivero. Juan lo hizo de manera brutal, aplastándole la cabeza con un mazo y luego arrojándolo por la ventana para ocultar su crimen. Finalmente, la reina logró que su esposo firmara un documento para encarcelar al condestable. En el plazo de tres meses, fue arrestado, condenado y decapitado en la Plaza Mayor de Valladolid.
En general, podemos afirmar que hubo bastantes irregularidades en el proceso que llevó a la condena de Álvaro:
- La caída en desgracia de Álvaro de Luna se debió principalmente a las intrigas políticas en la corte. Sus enemigos, entre ellos la reina Isabel de Portugal, esposa del rey Juan II y madre de Isabel, querían eliminarlo para así aumentar su propio poder.
- Las acusaciones, como el enriquecimiento personal y el abuso de poder, no fueron suficientemente respaldadas con argumentos. Es probable que las acusaciones sean inventadas o exageradas.
- El juicio fue juzgado precipitadamente. No tuvo oportunidad de defenderse y parecía que el resultado del juicio ya estaba juzgado de antemano.
- Juan II resistió al principio, pero claudicó bajo la presión de su esposa y de la nobleza. Esto significa que fue más una cuestión de interés político que un asunto jurídico.
La condena impidió que la influencia de la nobleza aumentara debido a la falta de un personaje fuerte que pudiera controlarlos, proporcionó inestabilidad política y luchas de poder entre los bloques de poder, y expuso la fragilidad de la monarquía. Las continuas disputas internas y la consiguiente estancación económica alimentaron la agitación, que finalmente sentó las bases para las reformas posteriores: la urgente necesidad de una monarquía fuerte y centralizada.
Isabel: Transición hacia una nueva época en la Monarquía.
La decapitación de Álvaro tuvo lugar el 2 de junio de 1453. La decapitación de Álvaro de Luna tuvo lugar el 2 de junio de 1453. Isabel tenía solo dos años y no habrá notado muchas de las complicaciones que lo rodeaban a él. Sin embargo, estos acontecimientos dejaban su huella en la vida de Isabel.
Dos personas importantes en su crianza eran Gomez Manrique y Gonzalo Chacón. Dos hombres que tuvieron una relación totalmente diferente con Álvaro de Luna. Gómez Manrique era un feroz oponente de Álvaro, quien había luchado al lado de los Infantes de Aragón en la Primera Batalla de Olmedo Gonzalo Chacón era un seguidor de Álvaro de Luna. Las relaciones con ambas y con sus esposas sobrepasaban los límites oficiosos.
Gómez Manrique fue un fiel servidor de Isabel. Desempeñó un papel en el cumplimiento del matrimonio entre Isabel y Fernando al negociar con personas como Pacheco y Carillo. En 1481 sirvió como magistrado en Valladolid. En ese período, su esposa Juana se enfermó. Isabel, en cuya compañía se encontraba, envió rápidamente un recado con un mensajero: ‘Gómez Manrique: ven rápido de cualquier manera; doña Juana se ha puesto muy enferma, luego mejoró, y luego empeoró cuando supo que no podías venir.” Palabras de una relación de afecto que una reina normalmente no tiene con sus vasallos.

Gonzalo Chacón fue durante el reinado de Juan II, el padre de Isabel, un servidor devoto y leal de Álvaro de Luna. Hay historiadores que atribuyen la autoría de la ‘Crónica de don Álvaro de Luna’ a Chacón. Tras la muerte de Juan II y la mudanza a Arévalo, Chacón fue nombrado profesor y educador de Isabel y su hermano menor Alfonso, y asumió el rol de padre como si fuera Isabel lo llamaba cariñosamente ‘mi padre’. También en la vida posterior de Isabel, Chacón siguió desempeñando un papel importante.
Dos otros enemigos de Álvaro de Luna que, de una manera bastante negativa, estuvieron extremadamente presentes en la vida de Isabel fueron Juan Pacheco y su hermano Pedro Girón, quienes en su día lucharon al lado del príncipe Enrique IV contra los infantes de Aragón y compartieron la responsabilidad de la ejecución de Álvaro de Luna. Juan Pacheco estaba sobre todo en busca de su propio aumento de poder y cambiaba regularmente de bando durante las guerras que se libraban en la lucha por el trono. Pedro Girón sería más tarde uno de los pretendientes designados por Enrique IV para Isabel. Un día antes de que se celebrara la boda, falleció de manera sospechosa.
La época en la que Isabel se crió estuvo, como hemos visto, bastante determinada por las fluctuaciones políticas. Los reyes e infantes se enfrentaron en la batalla y se dejaron aconsejar por la alta nobleza, que así ganó cada vez más influencia. Eso fue posible en parte porque Juan II y también su hijo Enrique IV no eran hombres muy fuertes. Más tarde, durante la regencia de Isabel y Fernando, eso cambiaría, pero antes de llegar a ese punto, quedaba mucho camino por recorrer.
En su juventud, Isabel no fue considerada una candidata seria para la corona. Solamente si sus hermanos morían sin descendencia se convertiría, según el testamento de su padre, en heredera del trono. Gracias a esto, pudo crecer con toda tranquilidad en Arévalo, donde fue a vivir con su madre y su hermano Alfonso tras la muerte de su padre en 1454. Sin embargo, el espíritu de Álvaro de Luna todavía estaba presente La madre de Isabel cayó en una profunda depresión después de su alumbramiento. Esto fue precisamente en el período en que convenció a su esposo de deshacerse de Álvaro. El resto de su vida padeció de problemas mentales. El remordamiento por la ejecución pesaba duro a ella subá durante sus ataques psíquisos. El sentimiento de culpa por la ejecución pesaba mucho sobre ella y emergía constantemente durante sus ataques psicóticosIsabel ha soportado muchas veces las súplicas por clemencia dirigidas a Álvaro, cuando apareció en una de sus alucinaciones.
